Creo que nuestra pequeña está descubriendo y experimentando últimamente un torbellino de emociones que ni ella misma a veces controla... Y de eso se trata no...?. De irlo aprendiendo poco a poco... Sin prisas, sin pausa, sin reprimir, sin juzgar y sin esconder ninguna de ellas.
Ninguna es mejor que otra. Todas están ahí, todas forman parte de nuestro mundo y de nuestro yo, y lo mejor es dejarlas salir, con libertad y con la tranquilidad de saber e ir conociendo que todas ellas son pasajeras y que ni una ni otra se quedarán para siempre con nosotros. Esa es para mí la mejor manera de aprender a gestionar esa vorágine de sentimientos que van surgiendo y que vamos conociendo según nos hacemos mayores.
Creo que una parte importante del aprendizaje de la gestión de esas emociones, es saber que llegan y se van, que lo que sentimos es momentáneo y que no será permanente. Irles enseñando y mostrando esto, pienso que les ayudará mucho a conocerse y aceptarse. Y no sólo aceptarse ellos mismos, sino también en la misma medida a los demás.
Se dice contínuamente a los niños, frases como "no llores", "no te enfades", "si lloras me pondré triste" (en el mejor de los casos)... En otros casos peores, incluso amenazas del tipo "si lloras, no te compraré tal o cual cosa", "eres un enfadica", "¡no está bien que seas tan llorón!". La tristeza, la frustración, y casi todo lo que no sea alegría y buen humor no son bien aceptados en nuestra sociedad. Pero debemos ser conscientes de que forman parte de nosotros al igual que cualquier otra emoción. ¿Qué hay de malo en sentirse triste por una enfermedad, un enfado, o cualquier otra cosa?. ¿No es lo más natural del mundo que un niño se sienta triste al separarse de sus papás y quedar al cuidado de personas desconocidas?. A mí me parece algo totalmente normal y sano.
Negar las emociones jamás podrá hacernos bien. Ocultarlo porque está mal visto o porque a otros les hace sentir mal, no hará que dejemos de sentirnos así. Toda esa rabia, tristeza, enfado ¡o incluso alegría a veces! que guardamos y no expresamos queda dentro y lo canalizamos de la manera que cada uno buenamente puede. En el caso de los niños, desgraciadamente no creo que tengan muchas herramientas para hacerlo de un modo sano y adecuado. En el caso de los adultos... muchas veces tampoco y acaban apareciendo en forma de transtornos de ansiedad, estrés, y en definitiva cualquier tema psicosomático.
A mí particularmente no me gusta que si estoy enfadada o triste por algo se me intente despistar, negar o ignorar lo que me pasa. Si necesito llorar, o dialogar sobre algo o lo que sea, prefiero hacerlo y zanjarlo, dejar salir lo que me preocupa y expresar el porqué de mis emociones. Luego te quedas mucho más a gusto y en paz contigo mismo.
Hay veces que simplemente nos sentimos tristes o apagados, y ni siquiera sabemos por qué... No sabemos el motivo principal, no pasa nada. Hagamos caso a nuestras emociones. Que salgan, que cumplan su labor y después se marcharán. Todo pasa...
Últimamente, he notado que Paula, habla y juega con sus propias emociones y estados de ánimo. Está aprendiendo sobre ellos y de ellos, y creo que le hace hasta gracia... Acrecentado todo por el cambio de etapa en su vida, el paso definitivo de bebé a niña, el cambio de amigos, de personas de referencia, su reafirmación como persona independiente... vive día a día un sinfín de sentimientos que a veces ya va controlando y otras sin embargo, le desbordan.
Yo trato de no decirle nunca que no llore, o que no se sienta de esta o de aquella manera, le pregunto cómo se siente, le digo que lo entiendo, que es difícil a veces separarse, que yo también la echo de menos, que la quiero mucho... Y en ocasiones, cuando no sé muy bien cómo actuar, porque a veces también me desborda, guardo silencio a su lado o le doy un abrazo y besos (casi siempre funciona, je je... ;-). En estos días también he tenido mis momentos de desesperación al verla protestar por todo, llorar a cada rato, negarse absolútamente a todo; y a pesar de saber que no deja de ser su manera de gritarle al mundo que lo estaba pasando regular, ha habido momentos en que he decaído, he alzado la voz y le he hecho partícipe de mi desesperación... Más tarde le he pedido perdón, le he dado mil besos y cariños y le he explicado cómo me he sentido y el porqué. Es taaan amorosa... Se muestra comprensiva y parece que te entendiera perféctamente.
Llevamos unos días en que ella misma se ha medio inventado una especie de juego en el que me dice: "Cuando me enfado... (y pone cara y gesto de enfadada)", "Cuando estoy contenta... (y se empieza a carcajear por todo lo alto". Yo la sigo y le pongo ejemplos de otras tantas emociones que a ella no se le ocurren: "cuando tengo miedo..." "cuando estoy cansada...". ¡Y así pasamos unos ratos la mar de divertidos poniendo caras y gesticulando!.
Ha sido un juego que ella solita me ha mostrado, pero que me parece muy positivo, divertido y enriquecedor para ella. Y como decía antes, una buena manera también de comprender y ensayar que las emociones son pasajeras, vienen y se van. Y comprender esto, creo que es la clave. Cuando lleguen hay que dejarles entrar, comprenderlas y tal cual se irán.