Después de tres semanas, ahora puedo decir que, ¡se puede continuar con la lactancia tras incorporarse al mundo laboral!.
¿Es más complicado?. No tanto...
¿Más incómodo? Mucho...
¿Menos bonito? Seguro. Sobre todo en los momentos que ella no está. Pero lo llevamos como podemos.
En la hora que dispongo para comer de 14:00 a 15:00, emprendo camino hacia el garaje, donde me esperan mi neverita portatil y mi sacaleches y me extraigo dos bolsitas que posteriormente les dejo en la guarde para que le puedan dar esa leche al día siguiente. A las 14:30 estoy lista y subo a comer en el rato que me queda.
Por la noche seguimos con tomas nocturnas, que pueden ser más o menos, dependiendo de la noche y de cómo se encuentre mi bebota; que por cierto en los últimos días no levanta cabeza la pobre, entre toses, décimas de fiebre, y ahora ¡los oídos!. Y como todo el mundo me dice: "es lo normal cuando entran a la guarde", "pero no te preocupes, se hacen más fuertes"...
Han sido múltiples las veces, y múltiples también las razones que he tenido que escuchar desde que me incorporé, acerca de las bondades y beneficios de la guardería... Supongo que la gente lo hace de buena fé, que pretenden animarme, pero ¿de verdad soy la única que piensa que donde mejor está mi hija es conmigo, y que maldita la falta que le hace a un bebé con 7 meses entrar en sociedad y tener muchos amigos?...
No sé, últimamente me siento como un ser extraño entre mis compañeras. Como si nadie entendiese lo que estoy sintiendo y experimentando. Hay muchas mamás en mi trabajo, pero las oigo hablar y comentar en los ratos que compartimos entre café y café, y siento como si perteneciese a otro planeta. Ellas deben pensar lo mismo, porque me miran con asombro y extrañeza cuando digo cada día que bajo a sacarme leche, cuando salgo pitando como una bala deseando reencontrarme con ella, cuando hablo de los grandes beneficios de la lactancia materna, de lo poco que me gusta tener que dejarla en una guardería y que si tuviese la mínima oportunidad me gustaría dedicarme a cuidarla yo misma las 24 horas como he estado haciendo hasta ahora.
Escucho afirmaciones como que dar el pecho es muy esclavo, que es muy duro, que acabas hasta las narices de la lactancia, que se crían igual de bien con pecho que con biberón, que ir a la guardería les viene muy bien, y hasta que se hacen más duros!
Escuchando todo esto me acordé de un cartel que había visto no hace mucho en el ambulatorio, en una de mis últimas excursiones a la pediatra. Lo copio aquí mismo porque me encantó y porque viene muy a cuento:
"Una experiencia agradable para tu hijo y para ti, desde el nacimiento y hasta que tú quieras. Si no es así, busca ayuda. Consúltanos".
Es decir, que afortunadamente se da por hecho que la lactancia ha de ser una experiencia agradable. ¿Cómo podría ser de otro modo?. ¿Cómo, no una ni dos, si no varias mamás pueden afirmar llenas de razones que la lactancia la han vivido como algo esclavo y cito textualmente palabras que me han llegado a decir: "coñazo"...?
Y mis ojos se van abriendo cada vez más grandes, y mi cara seguro debe ser una mezcla de incredulidad y tristeza.
Para mi la lactancia ha sido y es, unos de los mejores momentos que he pasado y paso con Paula. Ya en mi relato sobre nuestra lactancia cuento cómo fue desde el primer día y con la intensidad y el amor que lo he vivido.
Pero cuando vi los carteles en el ambulatorio promoviendo la lactancia materna, me llamó mucho la atención éste en concreto. En un principio pensé... "Pues claro, la lactancia siempre se disfruta". Pero al parecer no es así... Y es una pena.
Así que sería bueno que mucha gente lo viera y se concienciara de que si no lo está disfrutando puede acudir a profesionales para que le ayuden a encontrar la manera de llevar una lactancia exitosa y sin agobios. Se puede también acudir a grupos de apoyo a la lactancia, que seguro transmitirán toda la calma, trucos y claves para solventar los obstáculos que puedan surgir. Todo lo que haga falta, pero nunca pasar por esa etapa tan bonita como una esclavitud o un agobio constante.
Desde que nació mi hija y salíamos por ahí a visitar amigos o familia, o a dar un paseo, recuerdo que siempre le decía a mi marido, "que gozada es lo de dar el pecho cuando tienes que salir de casa, porque ya lo llevas todo puesto!!".
Ahora, como decía, se hace un poco cuesta arriba el pasar esas horas que pasamos separadas. Pero cuando bajo a sacarme leche es mi mejor momento de la jornada laboral. A veces incluso, me bajo el móvil y miro sus fotitos, y se me dibuja una sonrisa en la cara de tonta, que no puedo con ella. Y pienso en que mi bebé al día siguiente tendrá lechita rica para beber en mi ausencia. Ni me planteo en ningún momento dejar de sacarme leche. No quiero que disminuya la producción, para que podamos seguir el resto del día, con nuestra lactancia como hasta ahora.
Después llego a casa y ... ESE SÍ QUE ES NUESTRO MOMENTO... Entro por la puerta con ella encima, y ya en cuanto me siento en el sofá va abriendo la boquita y acercándose y agarrando la camisa impaciente. Qué gozada ese momento... Las dos tranquilitas recuperando en unos minutos, todas las horas que no nos hemos visto en el día.
Y a pesar de lo que digan algunas personas, incluso supuestas periodistas que se atreven a hablar y a juzgar a las mamás que defendemos y estamos a favor de alimentar a nuestros hijos de la manera en que la naturaleza dice que se debe hacer, doy fé de que se puede seguir lactando una vez incorporada al mundo laboral, a ese que no te lo pone nada fácil, pero aún así ES POSIBLE.
Y me alegro de haber encontrado la forma de cuadrar nuestras vidas perjudicándolas lo menos posible.
La lactancia se puede y se debe disfrutar, que no nos cuenten cuentos.