El caso es que sin ser una casa en la que mis padres estuviesen todo el día con un libro en la mano, mi afición por la lectura es un hecho. Si algún día no leo, algo muy raro ocurre. No tengo tiempo últimamente ni para respirar, pero en los últimos minutos del día y aunque el agotamiento hace mella y no me da mucha tregua, siempre tengo mi ratito a la luz de la lamparita pequeña, sumergida en la lectura de unas pocas o muchas hojas, mientras la pequeña burbujita está ya en el quinto sueño con su respiración pausada a mi lado.
Me gusta leer y me gustan los libros. Sí, sí, los libros de carne y hueso... No esos con pantalla y botones que no huelen a papel, a librería. Sé que hay muchas y muy buenas razones para pasarse al e-book, y sé que si antes o después claudico, lo haré por esos árboles que estamos agotando poco a poco. Pero seguiré pensando que no hay comparación posible que salga bien parada, con la sensación de abrir y empezar un libro, ir pasando las hojas, tocarlas, olerlas, y llegar a su fin cerrando la tapa y guardando de nuevo en la estantería todas esas palabras, historias, personajes.
No voy a negar que me encantaría que mi hija heredase ese gusto y pasión por la lectura. Soy de las que piensa que casi todos los males de la humanidad se curan leyendo. No negaré tampoco que me gustaría que la única ambición que conozca sea la del saber y conocer cada día más, que quiera informarse, formarse, contrastar, aprender y en definitiva educarse y cultivarse a sí misma.
Desde casa le intentaremos transmitir esa idea como el mejor camino a la libertad de pensamiento.
Este fin de semana he estado recuperando libros de casa de mi hermana que en su día heredaron mis sobrinos cuando yo me hice mayor, y que más de 30 años después vuelven a mis manos para que los herede mi pequeña. Me he quedado gratamente sorprendida al ver que con varios garabatos, pocas arrugas y algún desconchón, ahí sigue ¡casi como nueva! mi enciclopedia de Barrio Sésamo que tanto usé en su día.
En el cole también han querido celebrar este día y les han dejado llevar un cuento al que quisiera, para verlos y jugar entre todos.
Ahí iba mi niña, más contenta que unas castañuelas con su cuento de primeras palabras que le encanta porque tiene animalitos y ella hace los gestos y sonidos de algunos de ellos.
Desde "Burbujita, tú y yo" nos sumamos a la celebración de este día, animando a tod@s los peques del mundo a que abran un libro y se dejen llevar por la fantasía y los sueños que cada uno de ellos encierra dentro de sí.