Un bebé en el congreso. Una mamá que le está criando, que se saca la teta y se la da a su niño. Que por otro lado no ha afectado en absolutamente nada de lo que allí acontecía al margen de él.
¿Qué le pasa a la gente?. ¿Por qué tanto escándalo?. ¿Por qué tanta noticia?. Obvio que en nuestra sociedad de prisas, de oficinas impersonales, de maternidad escondida, porque parece que esté feo o raro, que una mamá quiera criar en primera persona y a full time aunque tenga un oficio, aunque trabaje fuera e incluso le guste su trabajo, obvio que es extraño ver en nuestros lugares comunes a los bebés y niños con nosotros. Pero por extraño que resulte, ¿no es lo ideal?. ¿No es precioso, cómodo y útil en muchos aspectos?.
De verdad que cada vez entiendo menos de esta sociedad. De nuestra escala de valores, de nuestras prioridades.
Esos bebés que se quedan en las guarderías para que nadie los vea en el congreso, en las oficinas, en nuestros sitios intocables y pulcros de adultos, esos bebés son nuestro futuro, somos nosotros hace unos años, son los que vendrán después a ocupar esos puestos y esos lugares.
Cada vez más convencida de la falta que nos hace la crianza con apego, con respeto, con cercanía y pensando verdaderamente en los primeros interesados en esa crianza, que no son otros que los bebés. Que no entienden ni saben otra cosa que no sea su condición de mamíferos chupones y desvalidos que necesitan a todas horas del cuerpo de su mamá.
Y todo lo demás da igual. Si hay intereses o no los hay, si es una pose o no lo es, si se ayuda de una niñera o no lo hace. La realidad es que todo eso da igual. Yo sólo veo una mamá cuidando y criando a su bebé amorosa, que cuando la preguntan sobre los motivos para llevarlo al congreso, con toda la naturalidad del mundo, responde que lo está criando y que no sólo lo lleva al congreso, sino que lo lleva a todas partes.
De verdad... ¿Es tan difícil y raro darle normalidad a esto, tratándose de un bebé que no llega a seis meses?.
Triste, muy triste el revuelo.