A lo largo de los años de trabajo y formación, me voy dando cuenta cada vez con más convencimiento, que "el ingrediente secreto" en cualquier proceso de acompañamiento, terapéutico o no, es una generosa ración de mirada perinatal.
Y con esto no me refiero a los conocimientos teóricos, sobre el apego y sus tipos, aprender posibles síntomas y señales que nos indiquen que algo va mal, técnicas de intervención y sus variantes desprendiendo del enfoque. Todo esto por supuesto hay que saberlo. Y cada profesional trabajará desde la escuela y bajo las teorías que le hagan sentir más cómoda.
Pero ninguna escuela en psicología, ningún abordaje terapéutico te enseña esa mirada perinatal.
Esa mirada desde la que observar cómo hemos sido amados en el inicio, cómo fue
nuestro embarazo (sí, el nuestro, el que estábamos dentro del útero), cómo
fuimos sostenidos y alimentados (en todos los sentidos). Cómo nos criaron y
educaron, cómo acompañaron nuestras emociones. Y una larga lista que hay
primero que revisar dentro de uno mismo, para que nos dé precisamente esa
mirada que nos permita verlo y acompañarlo en la persona que tengamos enfrente.
Y poder entonces mirar desde sus ojos, pero de verdad, observar y ver qué hay
más allá, qué está sintiendo y de dónde partimos. Cómo se sentaron las bases desde las que crecer y explorar el mundo.
Poder por ejemplo mirar a través de los ojos de un bebé recién nacido al que acaban de separar de su madre, y ser capaz de sentir ese miedo, ese vacío, esa soledad, porque le han despojado del único hábitat que conoce y del que forma parte. Sentirlo en el cuerpo como lo está sintiendo ese bebé, y esa madre.
Poder así mismo mirar a través de los ojos de una madre que se ve desbordada ante la intensidad de la maternidad en soledad, sin apoyos y con un bebé o niño que la demanda 24 horas. Poder ver que muchas veces las dificultades para maternar vienen precisamente de cómo fuimos maternadas nosotras y nosotros en un inicio. Y mirar a esa madre, a ese padre o a esa familia sin juicios.
Tan sólo la formación
profunda en #saludmentalperinatal me ha aportado esta mirada, ese respeto por
todos los procesos y acontecimientos vitales, y esa capacidad de revisarme
primero, para poder observar después. Esa capacidad de ver que siempre hay que
mirarse primero a uno mismo y mantenerse siempre en ese camino de autocuidado, para comprender otros caminos diferentes al que nosotros hemos recorrido o estamos recorriendo. Y poder COMPRENDER lo que nos cuentan, lo que vemos. Después acompañar y trabajar.
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Me parece fundamental en cualquier proceso de acompañamiento, da igual si es a una díada madre/bebé, a una niña o niño, o a una mujer u hombre adultos... A quién sea y desde el enfoque que sea. Primero entender cuáles son las bases sobre las que se asienta su personalidad, la idea que tiene del mundo. Y desde ahí, acompañar y comprender. No juzgar, no saber, no dirigir. Tan sólo entender.
#Lasaludmentalcomienzaenelútero.
